sábado, 3 de enero de 2009

El perro flauta

Como buena bióloga que soy diré que donde más especímenes me he encontrado de El perro flauta es en la facultad de Biología y en la Alameda. También diré por qué yo me excluyo de esta especie. Tiene El perro flauta su lugar de disperion favorito en el césped. Básicamente acompañado de dos cosas: una litrona bien fresquita (Cruzcampo o marca barata del Supersol, que es lo que cae más cercano) y una bellotita de sustancias obtenidas de ciertas plantaciones situadas en el monte Ketama. El perro es opcional, pero suelen tenerlo aunque sea en casa, de marca la bellota, por supuesto.

Las especímenes femeninas de El perro flauta suelen además tener una característica muy natural, pero poco vista en los tiempos de silkepiles, lásers y ceras que acompañan: la ausencia de depilación. Una saluda a una especimen femenina de El perro flauta con la mano y se encuentra un matorral sobaquil que además no oculta, sino que suelen llevar camisetas de tirante fino en verano para mostrarlo en todo su esplendor. 

Otra característica de El perro flauta es la alergia al agua con jabón. Al menos en las rastas. Ojo, que esto no es imprescindible para pertenecer a esta especie, que los hay que llevan unas rastas en las que se podrían hacer cultivos asépticos, pero la falta de higiene suele ser común a la mayoría de especímenes de El perro flauta.

Y por todo esto y a pesar de haber estudiado biología (si no, este blog no tendría mucho sentido), cualquiera que me conozca minimamente entenderá por qué no pertenezco a esta especie: me depilo compulsivamente, me ducho hasta que la piel se me queda de textura de plástico, no me gusta la cerveza y jamás he fumado. 

Soy una bióloga que no ha probado los porros. Ya lo sé, soy rara. 

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