sábado, 3 de enero de 2009

El invitador

Pobre especie la que voy a describir a continuación. Y no por pobre económicamente, que no debe serlo, o al menos no mucho. El invitador tiene su hábitat natural en esos templos del ligue fácil que abundan por la geografía española (en realidad por la geografía mundial): la discoteca.

Se mueve en ellas como pez en el agua, conoce a los camareros, las camareras, a los porteros, al armario empotrado...perdón, segurata, y tiene acceso a la zona VIP. Aprovechándose de eso, El invitador elige a su presa o presas e inicia el acercamiento:

-¿Estáis solas?

-Sí

-No me lo creo, con ese arte...

Como si la artista en cuestión necesitara un regimiento para pasarlo bien.

-¿Os veníos a la zona VIP (y he aquí el quid de la cuestión) y os invito a una copa?

Y te vas a la zona VIP, te dejas invitar, y en cuanto has divisado a algún maromo de buen ver decides que El invitador se va a quedar con un palmo de narices y que tú y tu amiga vais a huir vía baño de señoritas. O sin divisar, simplemente cuando inicia un intento de baile porno-erótico-festivo con intento de acercamiento bucal. En ese caso...la maniobra de baile-alejamiento es complicada, pero una tiene un amigo en el África Corps, y eso da para aprender mucho.

Y puede suceder que encuentres un especimen de maromo buenorro con el que te apetezca algo y entonces El invitador se queda en su zona VIP, con su cubata, y mirándote con cara de: Te he invitado, me perteneces.

Posesiva esta especie...pero peligrosa. Sobre todo...peligra su economía. Por lo demás...inofensivo.

El perro flauta

Como buena bióloga que soy diré que donde más especímenes me he encontrado de El perro flauta es en la facultad de Biología y en la Alameda. También diré por qué yo me excluyo de esta especie. Tiene El perro flauta su lugar de disperion favorito en el césped. Básicamente acompañado de dos cosas: una litrona bien fresquita (Cruzcampo o marca barata del Supersol, que es lo que cae más cercano) y una bellotita de sustancias obtenidas de ciertas plantaciones situadas en el monte Ketama. El perro es opcional, pero suelen tenerlo aunque sea en casa, de marca la bellota, por supuesto.

Las especímenes femeninas de El perro flauta suelen además tener una característica muy natural, pero poco vista en los tiempos de silkepiles, lásers y ceras que acompañan: la ausencia de depilación. Una saluda a una especimen femenina de El perro flauta con la mano y se encuentra un matorral sobaquil que además no oculta, sino que suelen llevar camisetas de tirante fino en verano para mostrarlo en todo su esplendor. 

Otra característica de El perro flauta es la alergia al agua con jabón. Al menos en las rastas. Ojo, que esto no es imprescindible para pertenecer a esta especie, que los hay que llevan unas rastas en las que se podrían hacer cultivos asépticos, pero la falta de higiene suele ser común a la mayoría de especímenes de El perro flauta.

Y por todo esto y a pesar de haber estudiado biología (si no, este blog no tendría mucho sentido), cualquiera que me conozca minimamente entenderá por qué no pertenezco a esta especie: me depilo compulsivamente, me ducho hasta que la piel se me queda de textura de plástico, no me gusta la cerveza y jamás he fumado. 

Soy una bióloga que no ha probado los porros. Ya lo sé, soy rara.