Pobre especie la que voy a describir a continuación. Y no por pobre económicamente, que no debe serlo, o al menos no mucho. El invitador tiene su hábitat natural en esos templos del ligue fácil que abundan por la geografía española (en realidad por la geografía mundial): la discoteca.
Se mueve en ellas como pez en el agua, conoce a los camareros, las camareras, a los porteros, al armario empotrado...perdón, segurata, y tiene acceso a la zona VIP. Aprovechándose de eso, El invitador elige a su presa o presas e inicia el acercamiento:
-¿Estáis solas?
-Sí
-No me lo creo, con ese arte...
Como si la artista en cuestión necesitara un regimiento para pasarlo bien.
-¿Os veníos a la zona VIP (y he aquí el quid de la cuestión) y os invito a una copa?
Y te vas a la zona VIP, te dejas invitar, y en cuanto has divisado a algún maromo de buen ver decides que El invitador se va a quedar con un palmo de narices y que tú y tu amiga vais a huir vía baño de señoritas. O sin divisar, simplemente cuando inicia un intento de baile porno-erótico-festivo con intento de acercamiento bucal. En ese caso...la maniobra de baile-alejamiento es complicada, pero una tiene un amigo en el África Corps, y eso da para aprender mucho.
Y puede suceder que encuentres un especimen de maromo buenorro con el que te apetezca algo y entonces El invitador se queda en su zona VIP, con su cubata, y mirándote con cara de: Te he invitado, me perteneces.
Posesiva esta especie...pero peligrosa. Sobre todo...peligra su economía. Por lo demás...inofensivo.